6.27.2005

ojo al cristo que es de plata



Está la cosa en la etapa "todos-vamos-a-misa/todos-nos-damos-la-mano". Admirable, por qué no. Que no se nos olvide que después de un mes de intransigencia, de no querer detener el proyecto de ley ni en primero, ni en segundo, ni en tercer debate de la Asamblea, que después de haber sido aprobada como Ley de la República se insistió en que no era posible suspender la Ley, hoy estamos con los chiquillos que no fueron a la escuela y todo lo que sabemos. Que tampoco se nos olvide que la suspensión/derogación de la Ley, no era una petición del reverendo José Dimas, ni del señor negociador Ing. Salvador, ni mucho menos se dio por la buena voluntad del Presidente ni de su gabinete. Si bien la lucha no era para repartir méritos al final, por lo menos merece la pena reconocer que el pueblo y sólo por la acción del pueblo esta suspensión ha sido posible.

Pero lo más importante, quizá sea recordar que la cosa no terminó acá. Este asunto recién va a medio palo, que no sea, (como bien nos recuerda S.P.Q.R. cada vez que puede) como todos los casos de corrupción (o de cualquier cosa) que se quedan ahí mueeertos en el olvido. El objetivo de todas las movilizaciones y sus consecuencias no era la suspensión de una Ley por 90 días, no era que la edad de jubilación para los hombres sea ahora de 64 años y medio, de manera que desde hoy lo que nos toca no es dormirnos en los laureles. Acá no cabe la subestimación de nuestras propias capacidad, lo que hay es que estar pendiente de qué es lo que va resultando de esta conversación, no olvidando que en una democracia quien pone al líder es el pueblo.

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