Es increíble cómo la vida cotidiana, que en otros tiempos se desarrolló en la calle, al aire libre, fuera de las viviendas y de los lugares de trabajo, hoy ha sido desplazada hacia espacios privatizados.
La calle, antaño el espacio público por excelencia, es ahora propiedad del Municipal, sometida a las ordenanzas municipales y vigilada por la policía municipal, nacional y por todas las policías privadas que uno se pueda imaginar. La calle es el espacio de la represión de la vida de todos los días, donde el aparato del Estado pretende adoptar la cara del bondadoso policía de barrio, aunque no dudará en disparar una bala de goma al primero que se atreva a luchar por sus derechos.
El Municipio prohíbe, el guardia vigila, la videovigilancia controla y las normas educan desde la más tierna infancia para enseñarnos que quienes no tienen nada que hacer no tienen lugar en la calle. En la calle todo está prohibido: estacionarse, cantar, cocinar, comer, dormir, amar, lavar, pintar, fotografiar...
En general la interiorización de la calle como espacio privado y de propiedad municipal es tal que el ciudadano acepta la norma sin que ésta sea ni tan siquiera explícita y conocida. No hace falta saberse las ordenanzas unicipales para saber que en la calle todo está prohibido. Si muchas cosas se han dejado de hacer en la calle es porque la gente ya no se atreve, o ni siquiera lo intenta, porque cree que no se deben hacer. Eso es precisamente lo peor: el ciudadano asimila las prohibiciones hasta parecerle lógicas y naturales.
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2 comentarios:
waka, es el 1984 de Orwell, ni mas ni menos. Yo alguna vez escribi un articulo donde tocaba, precisamente, el ultimo punto de tu post: como la gente internaliza las normas que la someten, hasta tal punto que ellos mismos se transforman en su propia policia represiva.
Como siempre, es un lujo leer este blog y es una lastima que no haya mas comentarios por aqui. Pero estoy seguro de que eso ya va a cambiar.
"somos pocos pero antes éramos ninguno". Gracias Borgeano por pasarte por acá.
Pues si, da mucho pesar la sensacion de falta de libertad (que no de libertinaje) pero frustra mucho más ver que todo el entorno, lo asume sin mayor problema.
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