1.06.2008

Desencanto*

Lo saboreaba aún sin conocerlo. Se creo expectativas, sí, pero contrario a lo que pueda pensarse aquello no mermó el ímpetu de ese torbellino de emociones que se dieron al momento del encuentro. No podía verlo en detalle, el frío la gente, otros pormenores; sin embargo en ella no había aforo para las dudas: se lo llevaría a su casa, le haría un espacio en algún sitio para no echar nada a perder, esperando con paciencia y buena voluntad el día de ese convivio, no sin antes prepararlo, advertirlo y advertirse que lo que venía era realmente grande.

Y en efecto, aquel día, contrario a sus costumbres de días festivos, se levantó temprano ataviándose con del mejor de los semblantes y se dirigió al mercado, regresando con los brazos cargados, el espíritu liviano y la cabeza llena de deliciosas ideas. Al llegar a casa, se dio cuenta que la faena iba a ser realmente ardua, pero estaba convencida, tanto o más que el primer día, que el esfuerzo merecía la pena, que la recompensa iba ser mayor a todo inconveniente, que una vez llegada la culminación la satisfacción iba a aderezar su plato y ya nada más importaría.

Había curiosidad en el ambiente, también buen apetito entre los comensales. Finalmente se dispuso la mesa, pero ya su ánimo, él de ella, no era el mismo. Aquél asado que la había hecho alucinar en colores durante días, en pocas horas la había arrebatado la energía y quien lo diría, hasta el deseo de probarlo, dejando más bien un sabor de boca muy semejante al del desencanto.


*Ficticio, pero basado en hechos reales. No revelaremos identidades en aras de la protección de los personajes involucrados.

1 comentario:

Agua dijo...

jajajajajajajajajajajajajaja
yo pensé que había hecho un comentario a esto, pero dios, tal vez reí tanto que olvidé escribirrrr

jajajajajaja
sí da más risa cuando se ha estado ahí