1.20.2007

Panama Jazz Festival o qué pasa cuando llega circo al pueblo

Precisamente en pro de la diversidad, me pregunto porqué la gente no puede ser normal. Todo viene a raíz de una postergada visita al Panama Jazz Festival. ¿Qué pasó? que como no patrocino el bolsillo del malvado, del explotador o de la lumpenburguesía que se jura culta porque va a ATLAPA calentar banca de vez en cuando y de cuando en vez, me tocó ir al concierto gratuito en Catedral. ¿Cómo califico la experiencia? Puedo decirlo en cuatro palabras y ahorrarle tiempo de lectura: regular, tendiente a mala.

El espectáculo estaba supuesto a empezar a la 1:00 pm. Como diría Sabina, nos dieron las 2 y las 3 y la cosa no terminaba de empezar. A ese punto yo me extrañaba que todavía estuviesen seteando micrófonos, sin embargo, sabiendo como suelen ser las presentaciones en vivo, me imaginé que el grupo que estaba ecualizando sería uno de los últimos. Craso error, cada grupo que se presentaba tenía que setear el sonido justo antes de presentarse lo cual era tediosísimo para quienes esperaban que el show en verdad fuera un concierto y no ensayo. Sí, era gratis, pero era un concierto, al menos así lo promocionaron. De manera que, tanto artistas principales como teloneros seteaban, tocaban su par de piezas y el siguiente a setear, por supuesto, demoraban más las pruebas de sonido que las presentaciones. Pero como hay que apoyar al talento nacional, y toda la demás demagogia, me correspondería callarme la boca para aspirar al título de ciudadana consciente y solidaria o de borrega, según le parezca.

Y hablando de rebaños, pues sí, tengo que decir que la inciativa del amigo Danilo es muy noble, en verdad su intención de promover el jazz es fantástica. Y es obvio, si lo que se quiere es que la gente conozca algo distinto a la maquinaria Plumas Negras, la mejor manera de llegar al público, digamos que en efecto es a través de un concierto gratituito; así, es de esperarse que no todos los asistentes sean expertos conocedores del género. Pero quizá por esa misma razón resulta de lo más "incómodo" ver al rebaño pretendiendo cultura por enfuegarse a la sombra de la frente de prócer cualquiera, simulando estar en el Festival de Montreux, cuando en realidad había más bien que estar pendiente de las pertenencias; hablando toda la distancia, sin tener otro interés distinto a ver, ser visto. Mejor dicho, más que un concierto eso parecía como un bar de música en vivo donde lo menos importante era la música en vivo, que desgraciadamente yo sí tenía intención de oir.

Siempre lo he dicho: asfalto no es progreso, y tampoco ir al Tiatro Nacional es coger cultura. Pero me lo merezco, debí escuchar a quienes me sugerían dirigir el rumbo a otro sitio. Ahora todos juntos después de tres pueden decir: "te lo dije"...

No hay comentarios.: