Mr. Shriner

Este es el amigo Mr. Shriner, y no es yo pertenezca formalmente a su círculo de confianza.

En estos días por primera vez pude acercarme a este personaje de dimensiones con tendencias colosales, y descubrí su nombre después de años y años de misterio.

Resulta que Mr. Shriner es un miembro de la Antigua Orden Arábica de Nobles del Santuario Místico (capítulo de Panamá) que todavía no sé muy bien de que va, pero lo que sí es seguro es que se adhiere a los principios de la francmasonería.

Supuestamente, la orden se estableció en este país alrededor de 1918 por los gringos y para los gringos, o al menos esa era la impresión que daba, considerando que su sede estaba en la Zona del Canal, no son descabelladas mis deducciones. Según parece cuantan con 191 templos distribuidos formalmente en Canadá, Estados Unidos, México y Panamá, aunque el de aquí está ya marchito.

Como todo gremio masónico que se precie, los amigos de Abou Saad eran para mí todo un enigma, y por bizarro que parezca Mr. Shriner fue para mí un ícono de la infancia como lo fuera Ronald Mc Donald para los demás chicos contemporános. Y es que antes, cuando yo era niña, Mr. Shriner y su templo masón estaban ubicados en el extinto edificio 0601 de Balboa, donde era fiel testigo del movimiento del área, del paso del tren y de mis consuetudinarias visitas a casa de mis parientes. Me acuerdo que religiosamente hacía preguntas muy reiterativas respecto a la identidad del sujeto en cuestión, desesperando siempre a la totalidad de los presentes. Cuando pasábamos en carro sacaba la cabeza por la ventana por encima de quien fuera, ya lo había visto millones de veces, pero era incocebible pasar sin despedirse.

Hace 3 años encontré a Mr. Shriner derecho y sonriente custodiando la nueva y mustia sucursal del templo, en una esquina olvidada de Albrook. Ayer cuando pasé por ahí, saqué de nuevo la cabeza por la ventana y hoy les presento a un amigo de la infancia.