9.17.2005

a los cuatro estómagos agradecidos de los dogmas vigentes

Minuto de catarsis

Debería darme un vergüenza admitir ciertas cosas a mi edad. Parezco estar descubriendo cosas obvias. Aunque puede que sepa que las realidades tienden más a ser color de hormiga y que no es que sea pesimista, sino que el mundo es pésimo; al momento de vivir determinadas circunstancias no dejas de sorprenderte, no puedes dejar de escandalizarte aun cuando no tengas tiempo ni para eso, y peor todavía cuando existen grandes probabilidades de que tu desconcierto sea transitorio y que con la cotidianidad, muchas cosas te resultarán indiferentes, y esto quizá no dependerá solo de la disposición de uno, sino de todo un sistema que te enreda en un engranaje que no para por nada y mucho menos por alguien. Evidentemente no me quiero referir a la impresión que puede dar lidiar con la enfermedad o al riesgo que supone estar en contacto con la gente en las etapas en las que su salud está más golpeada, me refieron más que nada a lo administrativo. A la jerarquía brutal que autoconsume al sistema y a cada individuo que forma parte de él.

Es apabullante el grado de servilismo que mueve a un hospital. El médico en serio se siente convencido de ser efectivamente el jefe del equipo de salud y lo ejerce ferozmente, sea cual sea la idea que tenga de jefatura, sabe que aunque necesite del resto, los considerará siempre menos que él. Y esto se ve cada día. El jefe genera presión y los subjefes generan presioncita y todo se realiza en un ambiente de estrés, donde todo lo que se haga más que una responsabilidad es un cruz que cada cual carga, donde al momento que algo salga mal por culpa del que sea, si a tí se te cayó la cruz, ahí mismo te crucifican. Todavía y con un poco de recelo me atrevo a decir si el sistema funcionara, si el paciente se sintiera aliviado, si pudiéramos confiar ciegamente en el sistema sanitario, yo diría que esto que se vive pudiera justificarse. Pero no, no sirve. Tanta humillación, tanta represión y nada va bien. Lo peor es que es impensable levantar un dedo para decir: yo tambien tengo dignidad.

Desde la perspectiva de un estudiante (y tal vez de todos los subordinados) se percibe que lo que se espera de ti es que lo sepas todo, como si te hubieses criado en un hospital y todas las mañanas te levantaras a estudiar en otro hospital. Es pecado no saber, pero es más pecado demostrar que no sé, por lo que nunca aprenderás: puesto que no te criaste en un hospital y no conviene demostrar desconocimiento, al momento que toca desempeñarte todo va y sale mal. Luego viene la "crucifixión pública", el minuto de humillación y es entonces cuando empieza la predisposición del maestro. Aprender a los golpes, si es que puedes de eso va todo esto, y el paciente? bueno, si no hay pacientes no cobramos, lo demás lo vamos viendo en el camino. ¿Qué hacemos todos? aguantar callados, nadie dice esta boca es mía, nadie señala que hay algo mal, que hay deficiencias en el método desde que te sientas en un aula por primera vez hasta que por fin te dan el bendito/maldito diploma, la jerarquía te pone un bozal que te lo puedes quitar unicamente cuando alcanzaste cierto nivel y puedes por tanto, ladrarle a otros menores que tú. Solo palearas la situación en la medida que el servilismo sea tu carta de presentación, y para mis efectos es lo mismo aguantar con rabia y con la cabeza abajo, que aguantar con una sonrisa de hipocresía, dando sepa dios qué cosas a cambio. Y aunque parezca insólito esto agota tanto o más de lo que puede fatigarte dedicarte a hacer solamente tu trabajo. No miento cuando digo que llegas a tu casa a descansar con el único fin de estar descansado y tener energía suficiente para volverte a cansar. No entiendo cual es el objetivo de esto, honestamente, me estoy empezando a cansar crónicamente.

Se sabe que la vida de la gente es lo más valioso que puede haber, que un equipo sin estructura, desorganizado jamás podría sacar algo adelante. Sin embargo estoy segura que esto no es organizar nada, que esto por el contrario, no esta resolviendo, que esto es precisamente una de las razones por las cuales estamos cojeando, y por lo visto seguiremos cojeando.

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