5.20.2005

patch adams criollo

Una taza de café puede significar más trámite del que uno se imagina.

- Buenos días. ¿Señora Raquel, no?
- ¿Sí?
- ¿Qué tal? Necesitamos conversar con usted un minutito, ¿sí podrá ser?

Estabamos listos para empezar a tomar sus datos y la historia clínica al detalle. Inquiriendo hasta en lo más mínimo. Sí, igualitos a hija de vecina, pero con un estetoscopio al cuello que te ampara, de repente y matizas la impertencia con un poco de "profesionalismo" ja!. Por mi parte opto por no incordiar a menos que no sea estrictamente necesario (nunca lo es), total siempre se pueden ver los expedientes y completar datos nimios con lo que otros ya han preguntado.

- Sí, sí. Pero, ¿yo puedo tomar café? es que no me trajeron y si no tomo me da dolor de cabeza.

Perdidos totales, como de costumbre, preguntamos al primero que pasó si la señora tenía alguna restricción en la comida. Nadie sabía si podía o no tomarlo, pero nos enteramos que en esa sala no llevan café nunca. De a vainilla té y no siempre.

La mujer estaba super cooperadora, inclusive, muy a pesar nuestro, dejó de comer para conversar con nosotros. De repente llegó un auxiliar con una silla de ruedas. Había que llevarla a hacerse una médula. Puso mala cara, aun sin saber por dónde iba tabla. Las sillas de ruedas dan mala espina.

Fuimos con ella. Toda una valiente, no se quejó gran cosa ni se impresionó al verse un pedazo de acero incrustado 'en la espalda baja' (hueso de la cadera). Cuando terminó aquello debíamos seguir con la entrevista. Decidimos darle chance a que se recuperara. Esta vez la devolvimos nosotros mismos a su cuarto y a penas subió a la cama, preguntó por su café. Sabíamos que el bendito café iba a suponer en el mejor de los casos, un constante "háblense con fulana de tal", pero no sabíamos qué tanto. La dejamos allí, había que llevar a otra paciente a hacerse su medulita, pero el compañero no se olvidaba del café. Me dejó con la otra paciente y se fue a averiguar qué pasa cuando un paciente necesita café con urgencia. Se enteró; lo que pasa es lo usual con las urgencias allí, se desatienden. Mi compañero se perdió de vista por un buen rato. Había recorrido seis pisos - ida y vuelta- y regresó haciendo equilibrio con una tacita de cartón llena de humeante café de fonda.


No hay comentarios.: