Un balance correcto requiere el uso de magnitudes comparables. La supuesta «honda preocupación social» y la tan mentada «lucha por la paz» de Karol Wojtyla no ha traspasado jamás la frontera de las proclamas y los discursos. En la práctica, ha mantenido siempre excelentes relaciones con los alimentadores del becerro de oro, lo mismo que con los señores de la guerra del mundo entero.Nunca rompió relaciones con ninguno de ellos. Para juzgar su preocupación por la pobreza, me basta con constatar que ni se le ocurrió la posibilidad de poner en venta así fuera una pequeña parte de las inmensas riquezas que posee la Iglesia católica -en terrenos, en edificios, en obras de arte- para dar con ello algún socorro a los parias del orbe entero.
En cambio, las batallas que ha encabezado contra el control de la natalidad, contra el uso de profilácticos en las relaciones sexuales, contra la igualdad de derechos de las mujeres (dentro de su propia Iglesia, para empezar), contra el derecho al aborto, contra el divorcio, contra los avances de la genética con fines terapéuticos... y un largo etcétera, han sido reales y muy reales, materiales y muy materiales, y han tenido graves consecuencias para millones de personas a lo largo y lo ancho del mundo.
No lo digo yo, ni la sentencia es mía: «Por sus hechos los conoceréis.»
Javier Ortiz
rebelion.org
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