1.31.2005

consideraciones razonables: fármacos o "suplementos"

El público está inundado con anuncios de productos de todo tipo que hacen diversas afirmaciones concernientes a la salud; prometen desde la pérdida de peso, hasta la cura del cáncer, pasando por mejoras a la memoria y la cura de las alergias. Aunque se dice que los jóvenes son los consumidores más significativos de este mercado, por ser los más empapados con toda esta era de propaganda multimedia junto con el deseo de ser más delgados, más fuertes o tener mayor resistencia atlética; no hay que descartar que su uso tampoco es del todo despreciado por los mayores.

La efedra, por ejemplo, es el principio activo de la planta Ephedra sinica, de la cual también deriva la efedrina y a partir de esta producen algunos derivados como las anfetaminas. Los efectos de estas sustancias en el individuo son similares a los de la adrenalina y noradrenalina: son básicamente estimulantes. Pero no confundamos. El hecho de que el principio activo provenga de una planta y que su efecto sea parecido al de una sustancia endógena no significa en ningún momento que su consumo esté libre de todo riesgo.

La FDA ha estado teniendo dificultades en la regulación de la manufactura y el mercadeo los productos que contienen efedra, junto con otros suplementos nutricionales, porque son vendidos precisamente como suplementos y no como fármacos. Muchas de las etiquetas resultan muy vagas. Las promesas y alegaciones no son muy claras y frecuentemente siguen afirmaciones como esta: “Esta declaración no ha sido evaluada por la FDA”; y de esta forma los fabricantes de suplementos dietéticos y remedios herbales merodean la realidad. Ya podrían aprobarse leyes para imprimir etiquetas fáciles de comprender. Dado que nuestras normativas sanitarias son una grosera extrapolación de las de Estados Unidos, podemos deducir cómo están la situación un poquito más al sur.

La alternativa que surge mientras se legalizan las cosas es despertar el sentido común en la población, pues al parecer la “simple información” no es suficiente, ya que el consumo de estas sustancias –sabiendas o no de la relación riesgo/beneficio- es común hasta en los entendidos en la materia . Aquí lo que cabe es preguntarnos qué tan ciertas son las afirmaciones en cuanto a los resultados de un producto, en caso de haber beneficios, qué factores pueden estar condicionándolos y hasta cuándo pueden durar; en una sola palabra: EFECTIVIDAD.

Otro asunto, justamente sería ir un poquito más allá. Siguiendo con el mismo ejemplo, los preparados con efedra señalan algunas contraindicaciones. Quizá no estaría de más “profundizar levemente” por qué están contraindicados en cierto tipo de pacientes, probablemente esta información ayude a inferir a qué se debe el efecto que experimentamos al ingerir la sustancia.

Y así como la efedra, hay cualquier cantidad de compuestos que están a la venta libremente, unos más inocuos que otros; sin embargo no es para nada imprudente asumir una postura aprensiva antes de adquirir cualquier cosa. No se trata de incredulidad cerrada y ciega, es más bien un poco de escepticismo.

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