Confesaré en este espacio lo que puede parecer evidente para quienes han tenido la deferencia de leerme después de cierto tiempo. Quizá sea contraproducente, en lo que al negocio se refiere pero definitivamente no, no fui hecha para hacer medicina, no esta medicina, no de esta manera. Con lo cual, ya puede usted imaginar que los días en esta carrera son una gran tribulación consuetudinaria, a la que uno trata de adaptarse. Unas veces se consigue, otras no porque es como todo, no siempre se gana...
Y es que estas reflexiones vienen a santo de que, a pesar de los relieves y depresiones del camino, veo todo esto como una gran oportunidad. Una oportunidad importante de entrar en contacto con la humanidad misma en un ambiente que se exige ser completamente deshumanizado.
Así uno se va enriqueciendo con una variedad de experiencias que al principio superan lo cotidiano, pero que posteriormente propician lo inevitable. Por ejemplo, se empieza interactuando con cadáveres desde una perspectiva distinta. Ese cuerpo pasa, de ser hijo de alguien, de recibir un salario con cada quincena, de salir con amigos y de descansar por las noches, a ser tan lisa y simplemente el cadáver de la mesa 7, que en cuatro meses deberá estar disecado de palmo a palmo para que unos cuantos aprueben anatomía. Cierras los ojos y al abrirlos pasaron un par de años de suplicio y resulta que estas en medio de una autopsia. Tú y tus ideas preconcebidas a fuerza de experiencias propias, ajenas o de la tele; te encuentras allí y ya no es como en anatomía. Ahora cuerpo todavía está caliente caliente, y hay familiares llorando detrás de la puerta donde aquel padre de familia esta siendo, con justificación o sin ella, cortado a pedazos.
Todo eso, de una forma o de otra, impresiona, pero no se compara con las cirugías. Llega la ambulancia y de ella sale una camilla con una persona o lo que quede de ella con los huesos expuestos en tres extremidades, todo es sangre, todo es caos. ¡Métanlo al salón! En el salón famoso hay salsa de la buena, y un personal que baila, y nada mal; que no se enteran de que lo que hay en la mesa es sujeto y no un objeto, no una fractura de tercio proximal de femur con luxación anterior de cadera. Y todo es sangre y todo es caos, e impresiona, sí.
Sin embargo, me toca admitir que hoy ha sido la primera vez en todos estos fructíferos años de vida universitaria que he tenido que voltear y mirar para otro lado. Hoy vi cómo unas refulgentes pincitas, minúsculas y afiladas entraban en un ojo de una persona viva y despierta, con el noble propósito de curar... unas cataratas. Agujas de jeringas que entran y salen, estiro aquí, recorto allá, mira pa arriba reina, y la imposibilidad de pestañear, y sí, anestesia local, pero y qué más da... Fue tenaz... todavía veo el cristalino saliendo del ojo como una pildorita de vitamina E. Todavía no terminamos, chomba, hay que suturarte eso...
6.07.2007
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4 comentarios:
Yo nunca podria haber estudiado medicina. El hecho de tener tanta responsabilidad en las manos superaria todas mis posibilidades
Si trabajas con maquinas un error puede costar millones, pero nada comparado con cagarla si estas manejando vidas
Ademas, de todas las posibles situaciones que superarian la resistencia de mi estomago
te leo
te veo
te escucho
en fin nuestra carrera es así y uno dentro de ese mundo tristemente se va acostumbrando quieralo o no a muchas cosas que personas fuera pueden encontrar impresionantes. Lo importante como tu dices es no olvidar que el paciente no es solo un hueso roto o un apéndice o una pancreatitis o lo que sea sino que es una persona enferma que busca tu ayuda. Al SOP tengo años que no entro pero me acuerdo de cosas como las que cuentas.
SALLLL DE AHIIIIIIIIII CARAJO!!!
ven al hogar...
te extraño!
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