Estos asuntos se comportan como un cristal puro –me dijo-. La primera vez que un desamor rompe el cristal, la fractura parece irreparable. Puede unirse con el tiempo pero la cicatriz permanece indeleble. Después llegan más amores que lo agrietan de nuevo. Nuevas fisuras que con paciencia es necesario volver a soldar.
Así aquel espejo bruñido y de una pieza es, al final, igual que un diamante con muchas caras. Y cada una refleja el destello de los amores vividos por ese corazón.
1 comentario:
el texto contiene la perfección de lo adecuado
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