2.14.2008

Cuando la seguridad no es prioritaria

Era mediodía. Se establecieron referentes comunes para poder encontrarnos. Me tocó llegar primero y al no ver a nadie decidí que lo mejor tal vez sería buscar una bonita sombra y quizá hasta las refrigeradas corrientes de un aire acondicionado.
Entré al "food court" de ese centro comercial, ese espacio que en otra época nunca se imaginaría transformado en una suerte de agujero negro de la plata de los paseantes. Me senté a esperar y esperé. Al poco rato vi que un agente de seguridad se acercaba. Hasta ahora nada para asombrarse, al final su trabajo es fisgonear, vigilar. Sin embargo, ya cuando su presencia era como una sombra (y no precisamente bonita) empecé a preguntarme qué fisgoneaba. ¿Algún peligro amenazaba la integridad del personal? ¿Acaso algún enemigo de la justicia sembraba violencia en ese templo del dispendio? Noté que realmente llevaba mucho tiempo ahí sentada, probablemente él también. La diferencia era quizá, que él notó que yo no consumía y por eso me vigilaba.

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