Era la primera clase. El hombre encargado de la charla era un señor entrado en años que no paraba de hablar, de hablar incoherencias; se trataba del Doctor Zhivago. Fueron dos horas de sopor y de un constante autocuestionamiento: ¿yo qué hago acá?
Al final consideró oportunó repartir asignaciones varias entre los estudiantes. Cuando le pregunté para cuándo quería que se le entregaran los trabajos me dijo: En la próxima clase, hable con el Doctor Zhivago, que él los va a evaluar. Para mí fue confirmatorio que el tipo estaba definitivamente mal. Hablaba de sí mismo en tercera persona!
En verdad no me equivocaba, el tipo estaba definitivamente mal, sin embargo el antecedente confirmatorio no era tal. En la siguiente clase comprendí que el doctor Zhivago al que él hacía referencia, era su hijo, que también estaba encargado de la cátedra.
7.13.2007
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